La ‘mujer orante’ de Leandro Seixas
Leandro tiene un estilo contemporáneo casi abstracto, con un dominio de las formas geométricas y la predominancia del uso de la mármol de colores y el metal.
Por Miriam Fernández
No siempre hay que salir muy lejos para encontrar una obra de arte ni todas las obras de arte son del tamaño de la Catedral de Santiago. En este caso solo tuve que ir ata el mueble de mi sala para poder hablar de una pieza que desde hace mucho me tiene fascinada, un regalo para mía madre de una familia amiga y que guardamos como el tesoro que es: una pequeña escultura de una mujer orante que forma parte de la primera etapa artística del escultor chairego Leandro Seixas.
Nado en la parroquia guitiricense de Pígara, Leandro Seixas trabaja actualmente en su taller de la Torre (Vilalba) desde donde desparrama su arte caro el mundo. Licenciado en Bellas Artes en 1977 con la especialidad en escultura, trabajó como profesor de Enseñanza Media (1979-1982) y, desde los años setenta ata la actualidad, realizó importantes trabajos de restauración tanto dentro como había sido de España, además de desarrollar a la suya labor como escultor creando sus obras y dirigiendo exposiciones tanto individuales cómo colectivas en galerías diversas (Galicia, Madrid, Barcelona, Italia, Eslovenia, México, Santo Domingo, etc.).
Galardonado en diferentes ocasión en concursos nacionales e internacionales que abalan la calidad de sus creación, también logró posicionar sus piezas en colección públicas y privadas de muchas partes del mundo (Corea, Turquía, Nueva Zelanda, etc.). Como apuntaba en una entrevista del periódico El Progreso (julio 2009) “El arte visual, y en particular a escultura, que además de visual es táctil, la entiendo como una apropiación del espacio como lugar de reflexión, que en vez de materializarse en palabras o pensamientos (que también), se materializa en formas, en interpretación y expresión de la realidad en tres dimensiones. En esa manera, es una forma universal de entender el arte”.
Técnicamente podemos encuadrar las esculturas de Leandro Seixas dentro de un estilo o arte contemporáneo no figurado (casi abstracto), con un dominio de las formas geométricas y la predominancia del uso de la mármol de colores y el metal, los cuáles le permiten expresarse mediante formas esenciales y líneas más depuradas. Sin embargo, tal y como él mismo apunta, nos sus inicios comenzó esculpindo con cera y madera, empleando un estilo realista que formaría la base o punto de partida en su camino artístico.
En este contexto podemos encajar la pequeña escultura de la mujer orante, tajada en madera a la navaja y en la que se aprecia que en origen se ensamblaron verticalmente dos trozos de este material de distinto color, con unas marcas intencionadas y características de duele sin alisar y firma del artista en un de los laterales de la base. La pequeña talla representa una mujer axeonllada, con las manos entrecruzadas sobre el regazo y la cabeza inclinada, ataviada con un atuendo de corte tradicional femenina (falda, mantenerlo, toquilla y paño en cabeza). Como fue corroborado hace unos años en una conversación personal con el autor, la escultura bebe directamente de la influencia de Asorey, recordándonos su afamada escultura “Ofrenda a Sano Ramón”, además de la influencia directa de las estampas que él mismo había presenciado de aquellas mujeres que acudían a las romerías alrededor de capillas y santuarios, realizando los distintos ritos de ruega, ofrenda y procesión, muchas de ellas de rodillas. Esta figura oferente encarna por tanto la imagen de las mujeres de la Galicia rural y tradicional, expresando con solo mirarla un fuerte carga emocional y realista, acentuada mediante la pose de la cabeza baja, el cuerpo encurvado y las manos entrelazadas, en un ejercicio de recogimiento en el que casi nos parece escuchar el bisbar de las plegarias. Esta pose los transmiten también el sacrificio, el trabajo de tantas mujeres, la resignación y la carga del peso familiar que estas tenían que soportar a diario, un sino enfatizado por la religión y la construcción social del “que se espera de ellas que sean”, sin cuestionamentos ni desviaciones, sin expectativas personales, en una vida de eterna penitencia construida y guiada desde el día del propio nacimiento. Mirar para ella sin duda evoca para muchos la imagen de la abona y la madre, despertándonos el deseo de acariciarla y aliviarla de su sufrimiento.
Pequeña en tamaño pero grande en sentimiento, esta obra es un claro ejemplo de la simbiosis entre la escultura y el modelado de las emociones, transmitidas de forma sutil pero con fuerte impacto dentro de un trabajo artístico de tipo realista, base sobre la que Liando Seixas construyó su estilo evolucionando paulatinamente cara formas más esenciales, tal y como pudimos apreciar en la reciente exposición (2020) presentada en la Casa de la Cultura de Vilalba apoyada por el Instituto de Estudios Chairegos.