El Puente Viejo de Martiñán

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Por Miriam Fernández Galicia está llena de caminos, algunos muy transitados que nos llevan la grandes pueblos y urbes y otros más modestos y tranquilos que nos permiten llegar a aldeas y lugares hermosos hechizándonos con la fauna y la flora que los rodea.
Pontevella de Martinan
24 may 2021

Por Miriam Fernández

Galicia está llena de caminos, algunos muy transitados que nos llevan la grandes pueblos y urbes y otros más modestos y tranquilos que nos permiten llegar a aldeas y lugares hermosos hechizándonos con la fauna y la flora que los rodea. También existen aquellos caminos históricos, caminos de peregrinación y caminos comerciales, actuando desde hace siglos como vías fundamentales de conexión entre las personas, su modo de vida y su espiritualidad.

Como no, hablar de caminos los llevan irremediablemente a hablar también de puentes, pues es única forma de cruzar los canales de agua que se nos presentan en nuestro recorrido, una solución que en muchos casos pasó a ser mucho más que una simple construcción de tipo práctico para revelarse cómo verdadera belleza de la ingeniería.

Este es el caso del Puente Viejo de Martiñán, barrio de la parroquia vilalbesa de San Bartolomeu de Corbelle, conocido por su pan y por ser zona de paso tradicional entre el Ayuntamiento de Vilalba y Abadín. El Camino de Santiago también pasa por Martiñán en su etapa 33 (20,3km Abadín- Vilalba), enlazando en la misma vía con el antiguo Camino Real que unía Mondoñedo y la capital chairega.

A Ponte Vieja de Martiñán fecha del siglo XVIII y fue construida para servir de paso sobre el río Batán por Domingo Antonio de Seoane, cantero de primera generación de la dinastía de los “Carbonera”, afamados artesanos de la piedra de la parroquia vilalbesa de Román, autor también del puente de Distriz.

En cuanto a su estructura, el puente consta de tres arcos, dos  erguidos sobre el canal del río, y un tercero , más pequeño, en un lateral a manera de desagüe, permitiendo la rápida evacuación el agua y la fuerte presión que ejerce sobre la ponte en época de crecientes. El mayor de ellos es de medio punto ligeramente apuntado, el central apuntado y estrecho y el pequeño desagüe de medio punto. En los dos pilares de separación de los arcos que corresponde con la fuerza de la corriente, encontramos dos tajamares triangulares, uno de ellos, lo que se sitúa entre el arco apuntado y el desagüe, mas grande y fuerte que su compañero.

La construcción de la ponte está basada en la mampostería, mientras que los bloques macizos de cantería se reservaron para las duelas de los tres arcos y la estructura del tajamar central. En esta ponte conservara perfectamente el pretil que limita su ancho y protege a los viandantes, realizado mediante grandes chantos de granito y en los que se abrieron tres pares de cañerías que permiten verter el agua acumulado en el firme adoquinado de la construcción al canal del río. Sobre el pretil de uno de los extremos de la ponte existe una piedra tallada con una inscripción hoy en día inteligible y la figura de una custodia. Podemos llegar a pensar que este relieve fue realizado con el deseo de bendecir al viandante y desearle suerte en su caminar.

Al lado de la ponte tenemos un área para el descanso con mesas que nos invitan a hacer un alto en el camino y relajarnos en ese lugar lleno de encanto que bien merece la pena.

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